LA SONRISA INTERIOR
A pesar de vivir en unas sociedades ricas, la gente
parece triste y desanimada. La sonrisa interior es un viejo secreto taoísta, es
el espíritu de la práctica, ya que no puede concebirse el cultivo de la salud
sin considerar el estado anímico, algo de lo que se debieron dar cuenta los
viejos maestros.
Habrás visto esta sonrisa en
las imágenes de Buda o de los sabios taoístas como evidencia de que han logrado
la paz interior. Esta sonrisa tiene un gran valor terapéutico que hoy, la mayoría,
reconoce.
Como solemos decir, esta delicada
sonrisa tiene un gran poder, puede incluso transformar tu carácter y devolverte
el ánimo. Practícala en todos los ejercicios como paso preliminar y procura no
perderla en ningún momento. Es un gran aliado, una gran amiga.
¿Sabes la historia de aquel
viejo maestro que en su lecho de muerto no dejaba de sonreír? Sus discípulos le
preguntaban:
-
-“¿Aún en este
momento sonríes”
-
“Ya ves! Hace
tiempo que tomé mi decisión. Así me lo enseñó mi propio maestro”. Me dijo: “Tú
eliges cómo quieres vivir”. “Desde entonces, cada mañana al levantarme me digo:
¡Fulanito!¡Tú eliges!¿Cómo quieres vivir?¿Quieres vivir triste y decaído o por
el contrario quieres vivir feliz y animado? Como ves, yo ya tomé mi decisión
¿Qué decisión tomarás tú?
1. Ejercicio Sonrisa interior
Vuelve la atención hacia tu
propio rostro con tranquilidad y relaja la tensión facial. Imagina que te miras
en el espejo de tu mente y, poco a poco, intenta ensayar una suave sonrisa en
tus labios. Tómate tu tiempo y observa cómo se dibuja en los extremos,
diluyendo la sensación nerviosa. Como el sol de la mañana que va surgiendo en
el horizonte, así mismo se extiende tu tierna sonrisa, disipando las nubes de
la preocupación, impregnando tu piel y expresándose en tus ojos. Verdaderamente
tus ojos pueden sonreír.
No tengas prisa, disfruta del proceso. Lo que nos
interesa es la delicada energía, el ánimo que trae la sonrisa, pero no pienses
que la sonrisa se limita a tus labios o a tu rostro: deja que esta siga expandiéndose,
que cuaje en tu mente como la fina lluvia que empapa la tierra, que se abra
paso por tu cuello y tus brazos hasta tus manos, pues a ellas también les gusta
sonreír y tienen su forma peculiar de hacerlo: cuando se muestran relajadas y
vitales. Deja que se expanda por tu espalda y tus piernas hasta tus pies; también
a ellos les gusta la sonrisa (los pies sonríen cuando se mueve ligeros, como sin
peso). Deja igualmente que alcance tu abdomen –éste es el verdadero hogar de la
sonrisa-. Sólo será auténtica cuando surja desde allí, desde lo más hondo de
tus entrañas, como lo hace un bebé que aún no entiende las palabras pero que
sabe sonreír sin doblez. Deja que cale en tus órganos; en tu estómago, en tu hígado,
en tus intestinos, en tus riñones, que alcance tu pecho y tu respiración,
aliviando tu corazón.
A todo tu ser le gusta sonreír,
a cada una de tus células, ya que es la expresión de tu vida. Todos los seres
sonríen: lo hacen las plantas los
animales a su modo. Es la afirmación y el ánimo de la vida, del espíritu: algo
en realidad precioso y extremadamente raro. Finalmente disfruta la sensación y
conserva su recuerdo.
Extracto del libro "Cultivando el asombroso Tao" de Angel Roy. Altamente recomendable